domingo, 26 de octubre de 2014

Estimulación del lenguaje ¿Qué es? ¿Para qué sirve?

Lenguaje. 
La capacidad de hablar y el uso del lenguaje articulado es el rasgo más característico de los seres humanos y lo que les diferencian de otros animales. 
  
Fases de comunicación prelingüística (0-1 años) 
  
Neonatal: predisposición innata para la comunicación manifestada por la preferencia hacia la cara y la voz humana y por la capacidad para imitar sonidos y gestos humanos. 
2-3 meses: aparición de la sonrisa social, protoconversaciones y signos de placer ante la presencia de otras personas. 
6 meses: interés hacia los objetos, no hacia las personas. 
8-12 meses: comprensión de que la mente es intencional. Aparición de los gestos comunicativos: protodeclarativos y protoimperativos. 
-Protodeclarativos: bebé señala para conseguir una pauta o compartir por ejemplo. Un ejemplo muy claro es cuando un niño ve un avión en el cielo y te señala para que lo mires. 
-Protoimperativos: signos de señalamiento para conseguir algo, para relacionarlos o rechazar. 
  
El lenguaje durante el primer año. 
La estimulación lingüística, tiene una importancia de la cantidad pero también de la calidad. 
El tipo de estimulación recibida sesga las estratégicas utilizadas para adquirir el lenguaje en cada comunidad lingüística. 
  
El desarrollo fonológico temprano. 
Mucho antes de que el niño pueda llegar a comprender y a producir sus primeras palabras ya que es capaz de hacer discriminaciones sobre los sonidos. 
Sobre los 6-10 meses son sensibles a los contrastes fonéticos de los sonidos de la lengua materna y de otros (adultos no). A los 9 meses se limitará a los sonidos propios de la lengua materna. Producción de los primeros sonidos: balbuceos, emisión de palabras… Y a los 12 producirá sus primeras palabras con significado. 
Por lo que, a partir de los cuatro meses, los peques aún no se saben expresar con más claridad pero empiezan ahora a comprender las melodías del habla. Reconocen si papá está alegre o triste y saben cuando alguien les habla en su idioma materno. 
Escuchar bien es un requisito importante para la segunda fase del balbuceo que empieza aproximadamente a los seis meses. El balbuceo, que son sonidos vocálicos y luego consonánticos. 
Entre los 6 y 9 meses comienzan a repetir ciertas sílabas, donde los sonidos son similares, no importa el idioma de sus padres. 
Hacia el final del primer año, a medida que imitan otros sonidos que escucha, el balbuceo incorpora sonidos del lenguaje nativo. 
Muchas culturas asignan significados importantes a los sonidos que balbucean. 
Se sabe que los bebés sordos producen balbuceos más tarde y con menos frecuencia que los bebés oyentes, pero están más avanzados en el uso de los gestos. 
  
Los bebés comparan lo que producen con lo que escuchan. Y ciertos sonidos quedan entonces descartados. Entre el noveno y el duodécimo mes llega una fase extraordinariamente divertida. 
A los 12 meses los niños producen sus primeras verbalizaciones con significado. 
  
Los bebés empiezan a duplicar sílabas: ma-ma-mapa-pa-pagugu. Y el mejor fomento en esta etapa del desarrollo del habla es el llamado contacto visual triangular. El bebé juega con la pelota, la mira y luego mira a mamá. Y esto significa: "Cómo se llama esta cosa". Los peques quieren escuchar hablar a los mayores, quieren saber algo sobre el mundo en el que viven, esto es un paso importante hacia la comunicación consciente. 
Una vez superada la pronunciación de la primera palabra, el desarrollo del lenguaje parece vivir una auténtica explosión. El peque empieza a coleccionar palabras. Mamá, papá, agua, guau-guau, imita lo que se le dice.  
¿Pero a partir de cuándo un niño debería saber diferenciar con seguridad un perro de un gato –hablando simplemente en términos del idioma-? ¿Y por qué el niño del vecino, más pequeño que el nuestro, habla por los codos mientras nuestro hijo guarda un silencio preocupante? La gran minoría de los niños realiza su desarrollo dentro del programa estándar. 
Por ello es importante estimular el lenguaje del niño desde que son pequeños.  
Ya que existen dificultades o trastornos en el lenguaje de los niños. 

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